Trabajadores somos todos
(*) por Miguel Santellán
En esta nueva conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores, la realidad nos convoca a la unidad a todos los trabajadores y trabajadoras, activos/as, pasivos/as, a los que perdieron su fuente laboral, a todos los hombres y mujeres que saben que el trabajo dignifica y están dispuestos a luchar para que en este país reine el pleno empleo y el trabajo decente.
El Gobierno del Presidente Mauricio Macri, elegido democráticamente en diciembre de 2015 ha impulsado medidas y decisiones que en su gran mayoría han perjudicado al mundo laboral y los intereses del País.
Lejos de bregar por una mejora que ponga al trabajador en la espiral ascendente de un círculo virtuoso, hoy nos enfrentamos a la necesidad de volver a discutir cuestiones básicas en el mundo laboral, que en la Argentina del siglo XXI creíamos superadas.
Las pequeñas y medianas empresas -que son el motor de la generación de empleo- ven día a día menguar sus posibilidades de subsistencia, acosadas por las constantes transferencia de bienes a servicios públicos, tributarios y financieros que atentan contra el crecimiento empresarial y el mercado interno.
Asistimos a la instalación de un sistema de paritarias impropio, expresado en discusiones acotadas y sometidas al arbitrio de una visión economicista, que considera el salario como un costo y no como una inversión que a corto plazo se transforma en ganancias mediante el consumo, teniendo como excusa la competitividad mundial que solo incluye empresas de una minoría absoluta y selecta en nuestro país.
Es necesario hoy un pacto entre la producción nacional y el empleo, en el que participen los sectores asalariados y pasivos a través de sus representantes gremiales, los empleadores por intermedio de sus representaciones gremiales y las entidades intermedias. No obstante, sin la base de un consumo interno creciente, esa posibilidad se esfuma como la esperanza.
La realidad nos pone entonces nuevamente frente a una etapa histórica que requiere unidad para proteger el mercado interno y la producción nacional, el pleno empleo, el trabajo decente y el poder adquisitivo de los trabajadores. Por eso sentimos la obligación de advertir que el rumbo tomado por la actual gestión de gobierno va en dirección contraria a los intereses del país y los trabajadores.
Por otro lado, observamos también con honda preocupación las consecuencias que arrojan en todo el mundo el devenir de los acuerdos de libre comercio internacional y la expansión del comercio electrónico, que sin normativas claras en muchos casos atentan sin duda alguna contra la ocupación en el mundo.
Hoy vemos además que la utopía neoliberal del mercado puro y perfecto necesita una política de desregulación financiera, que sólo es posible a través de la destrucción de todas las medidas políticas que se le puedan anteponer. El ejemplo más claro y reciente es el Acuerdo Multilateral de Inversiones, diseñado para proteger las corporaciones extranjeras y sus inversiones en los estados nacionales.
Por ello las naciones y los estados ven decrecer sin freno su margen de maniobra, las asociaciones laborales se enfrentan a una atomización de los trabajadores y los colectivos para la defensa de los derechos de los trabajadores, tales como sindicatos, asociaciones y cooperativas. Incluso hasta las propias familias pierden parte de su control del consumo a través de la constitución de mercados por grupos de edad.
Creemos que resolver estos asuntos demandan la activa participación de los sectores involucrados, y reclaman un Estado capaz de poner el marco regulatorio imprescindible para asegurar que aquellos indiscutibles avances no afecten el mundo del trabajo.
Reunidos y amparados en el valor de la solidaridad, este 1° de Mayo los trabajadores queremos llamar a la reflexión al pueblo en su conjunto con la idea de unir esfuerzos para construir una sociedad inclusiva, generando empleo genuino y decente, promoviendo la movilidad social ascendente, y desarrollando las fuerzas productivas de nuestra patria. El trabajo es un derecho y los derechos son irrenunciables. Porque trabajadores somos todos.
(*) Secretario General del Centro Empleados de Comercio de Olavarría (CECO)